¿Storytelling o contar historias?
“The most powerful person in the world is the storyteller.” - Steve Jobs
Hay textos impecables que se olvidan en cinco minutos. Tienen buena ortografía. Tienen estructura. Tienen datos. Pero no son realmente memorables. Y no es porque la gente “no lea”.
Es porque la memoria no archiva información: archiva emociones.
En LinkedIn pasa lo mismo. Puedes publicar ideas correctas, consejos útiles, marcos bien armados… y aun así no lograr que el lector haga nada: ni piense distinto, ni comente, ni recuerde tu nombre una semana después.
A veces el problema no es lo que dices. Es cómo lo cuentas. Y aquí aparece una confusión común: creer que storytelling es “contar una historia”.
No siempre. Contar una historia es relatar lo que pasó. Storytelling es diseñar una experiencia para que el lector sienta algo y se lleve una idea clara.
La distinción (práctica y usable)
En resumen: storytelling no es “tener una historia”. Es tener intención.
Intención base
No es el tema. Es el efecto.
En “contar una historia”, la intención suele ser: “quiero contar que pasó algo interesante”. En storytelling, la intención es: “quiero generar una emoción, una idea o un cambio de perspectiva”.
Pregunta que manda:
¿Qué quiero que el lector piense o sienta después de leer esto?
Chequeos rápidos
Si el lector solo dice “qué buena historia”, falló la intención.
Si el lector puede repetir tu idea en una frase, acertaste.
Qué se cuenta
El error típico es creer que storytelling es contar toda la historia.
Storytelling elige: recorta la realidad hasta dejar la escena que sostiene la idea.
Regla práctica
No busques el evento más grande.
Busca el momento donde se ve la verdad: una decisión, un quiebre, una conversación incómoda, un “me di cuenta”.
Pregunta guía
¿Cuál es la escena mínima que demuestra mi punto sin tener que explicarlo de más?
Cómo se cuenta
Contar una historia explica. Storytelling muestra.
En texto, “mostrar” no es escribir florido. Es escribir con acciones, decisiones y contraste.
Tres recursos simples
Acción antes que interpretación: primero qué pasó; después qué significa.
Detalles con función: solo los que aumentan tensión o clarifican la idea.
Contraste visible: antes vs. después, lo que creías vs. lo que viste, lo que dijiste vs. lo que hiciste.
Quién la cuenta
En “contar una historia”, la experiencia del creador suele ser el centro.
En storytelling, el centro es el problema del espectador. La voz existe para que el lector se vea reflejado.
Se nota cuando…
Hablas de ti para iluminar al lector, no para protagonizar.
Nombras la fricción que el lector vive pero no ha sabido poner en palabras.
Pregunta guía
¿Qué parte de esto le duele, le confunde o le importa al lector hoy?
Estructura
Contar una historia puede ser cronológico o improvisado.
Storytelling se apoya en una estructura clara, porque la claridad es lo que convierte emoción en aprendizaje.
Estructura mínima (que funciona en LinkedIn y newsletter)
Contexto: dónde estaba el lector mentalmente.
Tensión: qué no cuadra, qué duele, qué sorprende.
Payoff: el insight y la frase repetible.
Aplicación: un paso, un criterio o un ejemplo.
Tres chequeos rápidos antes de publicar
¿Esto tiene un por qué real o solo “toca postear”?
¿Hay una emoción específica en juego o es un texto neutro?
¿El lector puede repetir la idea en una frase?
Si fallas en uno de esos tres, no necesitas escribir más. Necesitas ajustar el enfoque.
Conclusión
Una buena estructura capta la atención. Una redacción clara la sostiene. Pero el storytelling es lo que hace que el mensaje permanezca y movilice. No porque sea “más bonito”, sino porque respeta cómo funciona la mente humana: recordamos lo que nos hizo sentir algo. Si quieres potenciar tu mensaje a través de LinkedIn:
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